Más Allá del Everest
La montaña es como la vida misma, existen golpes duros e intensas emociones, al ascender hacia una meta lo que más satisfacción nos da es el superarnos constantemente y el estar dando nuestro mejor esfuerzo...




Todos tenemos nuestro propio Everest que subir; algunos han tenido la suerte de llegar y otros se afanan constantemente por lograrlo, lo más importante es perseverar.


El afán de superación del ser humano, ya sea por el espíritu competitivo o por el deseo de superar un reto físico o intelectual, constituye la base para la realización de logros y metas. Es lo que lleva a un atleta al final de la carrera, o a un artista a realizar grandes obras, es el mismo que lleva a un alpinista a la cima de las montañas.

En cualquier actividad humana, existen personas que se atreven a intentar realizar sus más ambiciosos anhelos. Todos tenemos nuestro propio EVEREST o muchos de ellos que subir, algunos llegan más pronto que otros, algunos se afanan constantemente por lograrlo, sin embargo, creo que lo más importante es perseverar.

Una vez que hemos alcanzado nuestro EVEREST, la montaña se convierte en un escalón para explorar nuevos horizontes, esa búsqueda incesante de las propias limitaciones físicas y mentales, esa voluntad por intentar algo más es lo que coloca al ser humano, además de la inteligencia, arriba del resto de la creación, una vez alcanzada una meta siempre existirá otra más.

Escalar es como la vida misma, existen golpes duros e intensas emociones, al ascender hacia una meta lo que más satisfacción nos da es el superarnos constantemente y el estar dando nuestro mejor esfuerzo.

Al alpinismo se le ha llamado el arte de saber sufrir, y saber hacerlo es lo que da sabor a la vida. Vivir intensamente es recibir amargos fracasos y dulces éxitos, es madrugar, desvelarse, tener cansancio, frío, hambre, miedo y sed, ese breve transcurrir de nuestro cuerpo y mente en el espacio de la vida hay que gozarlo intensamente, pero para poder hacerlo hay que soportar, y en el arte de saber sufrir es como podremos conocernos más a nosotros mismos y así tener una relación más plena con los demás.

¿Pero, no es muy arriesgado lo que haces?, me preguntan y me pregunto. Al abordar cualquier proyecto, se tienen que correr riesgos, no podemos dejar de correrlos como tampoco podemos hacerlo temerariamente porque no duraríamos mucho en el serio juego de vivir. Un triunfador sabe ante todo sobrevivir, pensando fría y calculadora mente, dándose la libertad para retroceder en el momento adecuado y si está preparado, forzar a la oportunidad para que se presente.

Cuando más incertidumbre ha habido a lo largo del camino, cuanto más satisfechos nos sentiremos al llegar a la meta. Podemos llegar hasta donde hayamos soñado, si hemos sido realistas en nuestras fantasías y hemos utilizado todos nuestros recursos y facultades al intentarlo.
Antes o después de nuestro EVEREST, las metas pueden ser infinitas, sólo nos falta dar un paso más, es así cuando el reto se hará irresistible y nuestro afán indestructible.


¡TODOS TENEMOS UN EVEREST EN NUESTRA VIDA ATREVETE A ALCANZARLO

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